martes, 22 de enero de 2008

Juanito (III)


El episodio del cuarto de basuras no tardó en caer en el olvido. A Juanito le hizo la vida mucho más fácil, a los directivos de la institución también, pues ya no había que ocuparse del disoluto machito del lugar reducido ahora a tuerto ridiculizado. Meses después aquello era una mera nota a pie de página en un expediente. Más tarde, el dato terminó por consumirse entre las cenizas de la burocracia.
Pasados dos años, el propio director del centro despedía a Juanito con lágrimas en los ojos. Entretanto, el chico le miraba indiferente, pensando por enésima vez que era un completo gilipollas, a través de la luneta trasera del todoterreno.
Luego examinó a su nueva familia detenidamente.
Mami, al volante, era una pija bañada en UVA con ínfulas humanitarias. El nene, a su derecha, un proyecto de enano mental, gesto bobalicón, que hacía chocar entre sí dos monstruitos de plástico haciendo ruiditos estúpidos.
En el asiento del copiloto iba Mila –sólo se había quedado con este nombre-. La fascinante Mila.
Ella giró la cabeza al sentirse observada.
Sus miradas se cruzaron. Y se reconocieron.

2 comentarios:

Biedma dijo...

Hermano, de los tres excelentes capítulos, éste, por lo que no dices, es el que con más hambre me ha dejado. Quiero más.

Imagino un mundo entero de malignidad para nuestro Juanito.

Un único favor... no te retrases con la siguiente entrega.

jerobibo dijo...

cabrón, me ties enganchao

espero más juanitos, muy bueno