lunes, 21 de julio de 2008

J.R. Biedma gana el prestigioso premio Hammett de novela negra

Nuestro hermano galateo Juan Ramón Biedma ha ganado el premio Hammett en la Semana Negra de Gijón. Y es que hermanos, en los últimos tiempos todo parece haberse conjurado para que esta excelente novela viva una segunda juventud desmitiendo aquello de que hoy en día las obras duran apenas una semana en la mesa de novedades.
El Imán y la Brújula es una excepción: este año salió en bolsillo (lo que permitió el acceso a esta obra a un público más amplio), ganó el NOVELPOL y ahora, para poner la guinda a una sensacional trayectoria, J.R. Biedma gana el premio más prestigioso de la Semana Negra de Gijón.
Ni qué decir tiene que la novela se agotó, y dado el gran número de reseñas, comentarios y artículos que están apareciendo a causa del premio, comenzamos a vivir el renacimiento de una novela que casi dos años después de su publicación crece y crece gracias, no nos engañemos, al boca oreja y a los lectores.
Enhorabuena al autor y pescozones a todos aquellos que a estas alturas no la hayan leído.

jueves, 17 de julio de 2008

En su punto...


Me llaman desde Gijón los hermanos Panadero y Biedma para darme esta última hora de la que, como no podía ser de otro modo, hemos de hacernos eco en este blog que parecía perder fuelle al albur de los calores estivales y sesteros. No es el de la fotografía que ilustra este post el coche de nuestro querido Escarlati, pero así debe haber quedado -en su punto justo de cocción- a causa de los desaprensivos que se lo han quemado allá en tierras asturianas. Buen mosqueo, al parecer, tenía nuestro Juan que respondía entre imprecaciones a quien le preguntaba: "¡Pues sí, me han quemado el coche, que a estas alturas ya debe saberlo todo Gijón!".  Y es que el comentario incendiario (!) ha corrido de boca en boca por toda la comunidad literaria patria extendiéndose cual fuego por reguero de gasolina (!!). Mucho me temo, dicho sea de paso, que tras esta entrada va a pasar mucho tiempo hasta que a nuestro Escarlati dejen de lloverle las preguntas.

Instrucciones para sobrellevarlo: ármese usted de paciencia, relájese y disfrute.

Tres notas añadidas, por cierto, para concluir esta apresurada crónica:

1. Afortunadamente no hay que lamentar daños personales pues todo parece indicar que, al menos, el quemacoches tuvo la delicadeza de esperar a que estuviese vacío para arrimarle candela.

2. En ningún caso la Policía, Guardía Civil o afines deben ensañarse con los hermanos Biedma y Panadero a la hora de resolver este glorioso enigma criminal. Es conocido de todos su deseo muchas veces confesado de romperle las costillas a Juan Escarlata, pero nunca han dicho en público nada de quemar su medio de locomoción. Doy fe.

3. Conste que yo me sumo a la idea de partirle el cuello a mi librero de referéncia (y no lo oculto), pero la piromanía no se encuentra entre mis virtudes teologales. Ergo sólo soy el mensajero que esto escribe entre chirigota, consternación y lisonja siempre bienintencionada (¿no?).

Ánimo Juan. Que estas letrillas chuscas sirvan para arrancarte una sonrisilla en medio de tanta jodienda (que, como sabes, nunca tuvo ni tendrá enmienda).

Luego me llamas, que te voy a recomendar un buen concesionario.

miércoles, 2 de julio de 2008

Mi amiguito verde



Vale. A un servidor este buen hombre, émulo perfecto del portero de la discoteca de al lado, mucho músculo y poco cerebro, le ha producido siempre una gran ternura. Es eso que decía mi abuela de que no se le pueden pedir peras al olmo o, lo que es lo mismo, que cuando uno es un burro, pues lo es y no hay más que hablar.
Pero Hulk es un burro con razón. Es un pobre tipo al que todo el mundo le toca los cojones porque no es normal: es grande, es verde, es berzotas y además es un patoso. Cuatro motivos de peso para que todo quisque se crea con derecho a ametrallarle, bombardearle, insultarle y masacrarle... Y él, claro, como que se mosquea. Esta es la gracia del asunto. Al final resulta que a quien le darías un buen par de hostias con sumo gusto es al tal Trueno Ross. Por facha, por borde, por obsesivo-compulsivo y porque te termina cayendo como una patada en los huevos.
¿Y Banner? ¿Qué hay del listillo que se esconde tras los berridos de Hulk? Pues mirad, pasa que Banner es un secundario. Es el típico personaje devorado por su alter ego. Cuando Stan Lee y Jack Kirby crearon esta parodia de Jeckyll y Hyde pretendían componer un drama en el más puro estilo Stevenson sin comprender que Hulk era demasiado burro, muy sobreactuado y terriblemente descompensado con respecto al tal Banner. Tanto que al final lo que estás deseando es que ese tipejo enclenque, empollón y normalito se cabreé y desaparezca de la escena. Su drama no te interesa porque lo que mola es el tiparraco verde que mastica tanques y chafa marines americanos con el pulgar.
Esto es lo que nunca comprendió Ang Lee cuando hizo aquel bodrio de película larga, tremebunda, en la que Hulk tardaba casi una hora en aparecer y en la que el espectador acababa hasta el gorro de las neuras de Eric Bana... Que no Ang, que no lo entendiste. Que lo que queríamos ver era al borrico verde deglutiendo helicópteros y no tu parodia de la insoportable levedad del ser. Es precisamente por eso que el nuevo Hulk de Leterrier está mucho mejor. Porque hay mucho verde y Eric Norton estorba poco. Los críticos -que nunca se enteran ni del NODO- dijeron que el público no supo discernir las intenciones de Ang Lee, pero el problema, y es de lo que no se enteró Lee, es que con un personaje como Hulk entre manos sobra toda intención porque huele a pretenciosidad.
No me extraña que el bueno de Norton se haya mosqueado con el resultado final de la película. Es listo y se ha dado cuenta de que él allí no pinta nada de nada, y de que Banner es un sujeto al servicio del bobalicón gigante. Ese mal necesario que sale entre catacrac y ka-boom cuya única finalidad es la de darle un hilo conductor a la historia, porque algo de argumento hay que ponerle al tema.
Por eso mola este Hulk de Leterrier... porque es el de verdad. El que te esperas y el que quieres ver. Bueno, por eso y porque también está mejor hecho que el modelo de plastilina verde chillón que los de la informática le plantaron a Ang Lee, que ni en eso anduvo fino.
También por Tim Roth, que es el malo perfecto (pobre) y porque William Hurt es justo lo que tiene que ser: ese tal Trueno Ross al que con sumo gusto le partirías la cabeza.