Este año ha sido la película La Soledad, de Jaime Rosales, la que ha triunfado en los Goya. Rosales ya llevaba una trayectoria prometedora con su opera prima, Las Horas del Día, que se centraba en las andanzas de un psicópata.
Al igual que algunas otras películas españolas recientes, como Ficción, de Cesc Gay, La Soledad opta por un registro cotidiano, costumbrista, pero llevando al límite su realismo, naturalismo cabe decir.
De forma que presenciamos continuos momentos cotidianos en el grupo de mujeres que protagonizan la película. Desde luego, Rosales ha puesto la carne en el asador para satisfacer a esos mirones que somos los cinéfilos, dejando espiar la intimidad de sus personajes.
Quizás al espectador de hoy le empiecen a venir grandes las grandes epopeyas bíblicas o las aventuras en continentes perdidos; resulta más placentero espiar esas intimidades ajenas, sobre todo cuando están retratadas de forma tan creíble. No sabría decir si es una riqueza del espectador o un empobrecimiento: nos resulta más fácil empatizar con la cajera de supermercado, con la madre abnegada que lleva el niño a la guardería, antes que con Flash Gordon o Hannibal Lecter.
Sin el apoyo de una música incidental, sin el recurso del manido plano/contraplano, sin un montaje puramente cinematográfico, somos invitados a participar en estas vidas anónimas.
No hace falta, a estas alturas, que insista en que la película me ha entusiasmado. Sin embargo, sin diré que, para mi sorpresa, a menudo me asaltaba la sensación de que Rosales, dentro de esas estampas costumbristas tan agudamente realizadas, no estaba sabiendo crear una imagen de conjunto, pues la película de desmigajaba en multitud de secuencias perfectamente sólidas. Quizás el cineasta no estaba sabiendo sacar conclusiones de un material dramático tan rico.
Como baza de la película tenemos, sin duda, el desconcierto que causa, pues con ese ritmo ceremonioso, demoradamente lento, va conformando esas historias que presenciamos continuamente, sin embellecerlas, sin querer apostillar.
6 comentarios:
Reconozco mi completa ignorancia acerca de esta película que, sin más, ni tan siquiera tuve noción en su día de que pasara por cine alguno. Y esto, tan habitual en nuestra cinematografía (este año se han hecho nada menos que 350 pelis en España de cuyo estreno -en general- nadie supo) me da pie a ciertas reflexiones.
Vale. El cine patrio no se vende, y ni siquiera es vendido por quienes lo hacen, que invierten en promocionarlo menos dinero del que gastan en archivarlo. Quizá va siendo hora de que los productores se replanteen las condiciones en las que producen, lo que producen y con qué finalidad producen. Tal vez es momento de que los creadores busquen la onda del público y traten de sintonizar con él en lugar de la baldía pretensión de inducir al cliente, a todo trance, a ver lo que ellos crean.
Cuando una expresión artística se convierte en coto y territorio de especialistas, mal asunto... porque de los especialistas no se come (de ellos, expertos en poner el gañote, menos que de nadie). el cine no puede ser sólo para cinéfilos pues eso lo condena a muerte. El cine -en tanto que industria del entretenimiento- no puede convertirse en un monte con puertas.
Insisto en que no he visto la película y que es, por tanto, una de mis tareas pendientes. Pero el hecho de que la Academia premie una cinta que sólo visionaron 45.000 espectadores es una decisión, como poco, sospechosa. ¿De qué tratamos aquí? Por supuesto, de ocio, de cultura y de todo eso. Claro. Pero también de negocio. Premiar una película que no ve nadie es, creo yo, fomentar la invalidez y la precariedad de nuestro cine.
No se trata de que el arte y ensayo no deba existir, o de que la creación por la mera creación sea algo absurdo: Se trata simplemente de que esto sólo es posible y necesario cuando al mismo tiempo se generan otros productos que llenan la alcancía.
En fin, sólo es una opinión...
Fernando, David,
apuntaos, que empieza el cachondeo;)
Firmo y rubrico las disquisiciones del Paco, y sin embargo Panadero nos llega entusiasmado del cine...
Tampoco he visto la peli, ¿pero será que estamos asistiendo al parto de una nueva carne narrativa engendrada con un gusto por la intimidad propio de entomólogos?
No sería nada nuevo, pero detecto signos indicativos de que lo próximo, lo cotidiano, lo de andara por casa, vuelve a cobrar interesados en cine y literatura...
Vamos allá, que aquí hay cosas que me las “sabo” de primera mano. La Academia no creo que tenga ninguna política clara o preconcebida, lo digo como elemento activo de esa Academia de mil y pico miembros (viriles... o no). Contrariamente a mi adscripción Galatea, allí no conspiramos (cosa que sería necesaria). Ejercemos libremente el voto y algunos hemos sido los primeros sorprendidos por el resultado. Y digo algunos porque otros lo debían tener más claro ya que votaron a esta “La Soledad”. Sin embargo, contrariamente a lo que aprecia mi muy dear master Paco, creo que votar a la Soledad es un ejercicio de comercialidad. Me explico, los premios y festivales son básicamente plataformas publicitarias para películas que usualmente no tienen un respaldo de distribución potente. Si este año se hubiera premiado la enorme y merecida (y potenciada) comercialidad de “El Orfanato”, habría sido un absurdo a nivel dineros, porque no se hubiera consumido más, y ni tan siquiera se habría repuesto en ninguna sala. Su carrera se ha exprimido hasta el límite y quien ha querido ha tripitido. Precisamente que le hubieran dado todos los Goyas podría hacerla sospechosa para muchos que tienen el instinto de ver cine “no sesudo” por sistema. Sin embargo, “La Soledad” tendría claramente un reestreno, donde se apuntarían muchos cinéfilos que no supieron de su existencia por falta total de comunicación (por falta total de dinero). Estoy seguro de que ahora cuadruplicará como mínimo sus tristes resultados anteriores sin tener que poner un céntimo en publicidad, más allá de lo que los telediarios han comentado sobre su vuelta a los “ruedos”. Finalmente, la “industria” española habrá sido más rentable gracias a una decisión académica que, insisto, no se ha fraguado a través de sms ni de deliciosas conspiraciones oscurantistas.
Y ya puestos a hablar del problema que yo le veo al cine, desde mis absolutas chichas, es que no está en manos de sus creadores (ni aquí ni afuera). El cine “comercial” que tenemos está prácticamente en manos de los productores y de sus decisiones creativas. Y así nos va. Y si no me creéis, fijaos es las taquillas españolas de los últimos quince años. Los primeros puestos son siempre para cine de autores que han contado sus historias con libertad. Desde aquí proclamo una vuelta al espíritu de los 70’s.
Y dicho todo esto, os diré que “La Soledad” no está mal, pero he votado a REC en todos sus apartados porque estoy enamorado de esa película, de cada uno de sus personajes y fotogramas. Y es la segunda más taquillera del año. Y encima es cine de autor. De autores, que son dos. ¡David, dónde estás!
No te discuto ni una coma, querido Kaplan. Sólo puntualizo dos cosas que no veo:
1. Cuando digo que premiar a "La soledad" quizá lleve a confusiones no lo hago por la peli en sí o porque no quiera que su creador no tenga premios (que ni le conozco), o porque tenga algún interés oscuro en que su cine no se vea o no se venda. No es eso. Digo simplemente que ello puede inducir a muchos paridores de soledades (y me da igual que sean productores o creadores) a pensar que haciendo estas cosas se va a comer un colín. Y creo que eso es lo que les ha pasado a los autores de los otros 300 estrenos que no ha visto casi nadie este año (y que nadie va a premiar y que se van a seguir sin ver). Por ahí iba yo.
2. Tu sabes perfectamente que a mi el cine que se hacía en España hace veinte años me interesa mucho más que el que se hace hoy (en general, sin entrar en detalles). Y comparto con el buen Panadero que la subsidiariedad de la industria que indujo la inefable Pilar Miró con su coñazo de ley tiene buena parte de la culpa de que nos veamos donde nos vemos.
3. Te alabo el gusto Kaplan. REC, sin duda, la peli del año.
Abrazos Hermanos.
Me sumo. REC, lo mejor de este año, sin duda.
Y van tres votos de la Academia Galatea.
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