domingo, 29 de noviembre de 2009

Terror en Píldoras: ¡presentación y fiesta!


Algo tienen en común literatos como Jan Potocki, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe o Arthur Machen, cineastas como Mario Bava, Federico Fellini, Neil Jordan o John Carpenter… Todos ellos se han visto tentados de contarnos una historia, muchas historias, casi siempre de miedo. Y nos las han contado tal y como ellos las escucharon por primera vez, dirigiéndose a nosotros de viva voz, como si estuviéramos reunidos alrededor de una fogata.

La librería Estudio en Escarlata le invita el viernes 4 de diciembre a las 19:30 horas a la presentación de Terror en píldoras de David G. PANADERO, acompañado por Frank G. RUBIO. Tras la presentación habrá bloody-marys y gominolas de colores...

Entrada libre hasta completar aforo.

Si quiere algún ejemplar dedicado por el autor, puede ponerse en contacto con nosotros a través del teléfono 91 543 0 534 o del email info@estudioenescarlata.com


Enlaces:

Terror en píldoras

La introducción del libro


ESTUDIO EN ESCARLATA
LA LIBRERÍA DE LOS GENEROS POPULARES: POLICÍACO, NOVELA NEGRA, THRILLER, AVENTURAS, CIENCIA FICCIÓN, FANTASÍA, TERROR, EROTISMO
C/ Guzmán el Bueno, 46 (esq. Fernández de los Ríos) 28015 Madrid
Tno. 91 543 0 534 Fax 91 543 0 535. Lunes a sábado 10-14:30 / 17-20:30
info@estudioenescarlata.com http://www.estudioenescarlata.com/
http://estudioenescarlata.blogspot.com/
Metro: Moncloa, Islas Filipinas. Autobús: 2, 202, 16, 61.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Exaltación de Phibes


Echo de menos al Doctor Phibes.
A esos malos como Vincent Price que, de tan buenos como eran en lo suyo, te caían más simpáticos que el héroe de turno. Probablemente, jamás haya disfrutado tanto como en el momento en que Phibes, tras pasarse por la piedra con sus geniales truculencias a media humanidad, logra eludir la justicia de los hombres y escaparse en aquella barca para siempre jamás. Qué tío...
Los echo de menos. Al Drácula de Lugosi y a ese Lon Chaney atormentado por ser hombre lobo, luchando denodadamente contra su naturaleza. Echo de menos a Karloff odiando a Frankenstein por convertirle en un remedo de ser humano, en un simulacro de vida, exigiéndole una compañera a la que amar y que termina por detestarle en su imperfección. Echo de menos a esa momia que atraviesa océanos de tiempo para reencontrarse con el alma de la mujer a la que amó. el alma que en su ignorante ceguera de milénios ha olvidado a quien la quiso. Echo de menos a Peter Lorre, borrachín, fracasando como brujo porque no es ni la mitad de cuanto pretende. Triunfando como actor en la piel de un asesino tremendo que sabe jugar como nadie a los dilemas morales. Qué tíos...
Lamento no poder emocionarme con la ramplonería del refrito que nos invade.
Me aburren los vampiros adolescentes y videocliperos del presente. Los nuevos muertos vivientes que, visto lo visto, deberían seguir muertos. Me deprime la perversión de las herencias. La falta de ideas. El montón de gente tratando de hablar cuando nada tiene que decir. Las sagas interminables, las teleseries. Esos nuevos culebrones cult que son capaces de estirar una paja mental más allá de los doscientos episodios sin que nadie tenga la más remota de a dónde se va ni para qué. Qué tedio. Qué rollo. Ahora comprendo la ironía: Los perdidos no son esos tipos de la isla de marras, somos nosotros.
Echo de menos al Doctor Phibes.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Nuevo lanzamiento de Prótesis: Terror en píldoras


El hombre de las figuras de cera, Las tres caras del miedo, El manuscrito encontrado en Zaragoza, Creepshow, En compañía de lobos y mucho más...

Algo tienen en común literatos como Jan Potocki, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe o Arthur Machen, cineastas como Mario Bava, Federico Fellini, Neil Jordan o John Carpenter… Todos ellos se han visto tentados de contarnos una historia, muchas historias, casi siempre de miedo. Y nos las han contado tal y como ellos las escucharon por primera vez, dirigiéndose a nosotros de viva voz, como si estuviéramos reunidos alrededor de una fogata.
En estas páginas proponemos un acercamiento, desde la crítica literaria y el análisis cinematográfico, a la riqueza de la tradición oral. Su influencia en la literatura y el cine, en esas películas episódicas de terror, es innegable. No podemos olvidarnos de películas como Las tres caras del miedo, Historias extraordinarias o En compañía de lobos.

PRÓTESIS Editorial, 2009. Bolsilibro. Colección: Fuera de campo. 134 pg.

Para más información sobre el libro, pincha aquí.
Si quieres comprarlo, sólo 5€, pincha aquí.

Si corres la voz y ayudas a difundir este libro, estarás contribuyendo a nuestro estilo de vida criminal. Prótesis te lo agradecerá.

martes, 10 de noviembre de 2009

"Oscar Wilde y el club de la muerte" de Gyles Brandreth


Cuidado con vuestros pensamientos, porque se convierten en palabras -dijo-. Cuidado con vuestras palabras, porque se convierten en actos. Cuidado con vuestros actos, porque se convierten en hábitos. Cuidado con vuestros hábitos, porque se convierten en vuestro carácter. Cuidado con vuestro carácter, porque termina por convertirse en vuestro destino.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Serie "Jóvenes promesas de la cinematografía patria (sección archivos)"










(No he podido encontrar la escena de la detención de El caso Wanninkhof. Y sé que el vídeo andaba rulando por ahí. Cagon la puta)

martes, 3 de noviembre de 2009

Manolito


Manolito es un buen chico. Vive con sus abuelos en una granja desde que papá y mamá se echaron en manos de Dios.

Manolito cuida cerdos, gallinas, vacas y conejos. Y lo hace con primor.

Manolito, a veces, apila leña, siega campos y planta remolacha. Y siente un inmenso placer cuando contempla la refracción de la luz solar en el agua pulverizada por los tubos de riego.


Manolito sabe muchas cosas provechosas que sólo el chico de campo sabe. Como la hora del día por la posición del sol y el horage por la forma de las nubes. Puede predecir las lluvias en la dirección del viento y las heladas futuribles en el raso de las estrellas.


Manolito es feliz y dichoso. Nunca tuvo queja alguna ni respondió a nadie de mala forma. Jamás faltó a una misa ni hay cura que desconozca su virtud inquebrantable.


Manolito tiene novia. Una chiquilla rubia, pecosa, de senos henchidos de miel y pandero robusto que habita la granja vecina. Se llama Juanita y le vuelve loco hasta el punto de que, no pocas veces, sueña despierto con ella en el compás de la guadaña. En la letrina.

Manolito, cuando los sueños arrecian, suele encerrarse en el establo. Allá, entre la paja y las ovejas baladoras pasa muchas horas, tiempos muertos e infinitos. Luego, de súbito, los sueños ceden y retorna a sus quehaceres con energías renovadas.

Manolito, aparte de Juanita, no tiene más amigos que sus animales, las mariposas, las plantas y el oxígeno. Está solo, pero no le importa. Se tiene a sí mismo. También, por supuesto, posee los sueños paradisíacos, a los abuelos queridos y las horas eternas del establo. Por eso no pide más. Se ha conformado, como todo hombre sensato, con desear lo posible.


Manolito se ha comprado una escopeta de caza y una canana repleta de cartuchos relucientes. Los bienes son de segunda mano, pero de buen uso, y han quedado como nuevos tras las friegas de aceite y grasa. El arma reluce con destellos azulados de luna en la oscuridad del cuarto. Tiene una magia indescriptible que le cautiva y le llama.


Manolito nunca caza. Desconoce el estampido junto al oído. Jamás vio un pájaro describir un arco mortal antes de estrellarse contra el polvo. Sólo mira la escopeta y la limpia una vez tras otra. A veces se preocupa al descubrir que los cañones han sustituido a la penumbra amorosa del establo, y entonces suele retornar allá para acallar el remordimiento.


Manolito ya no ve a Juanita. Ella se casó con un mozo del pueblo cercano y, desde entonces, su vida está vacía y sus ojos se deshacen en llanto inútil. Ya no encuentra la paz ni engarabitándose al trasero de la vaca grande.

Manolito, el buen muchacho, cree haber perdido el juicio sin estar del todo seguro de ello. No recuerda en qué momento desató la furia contenida de la escopeta sobre los animales, sobre los queridísimos abuelos, sobre todo aquello que se moviera a su alrededor. Es incapaz de comprender qué ha sucedido en su mundo perfecto para que ahora, de improviso, parezca desmoronarse sin solución de continuidad. Pero el resplandor del fuego en la granja, atizando el cielo nocturno, le sugiere que algo no ha ido bien. Qué aconteceres inesperados se han sucedido.
Manolito piensa una vez tras otra en todo esto sentado en un tocón, frente a las cenizas del mundo.


Manolito no podía dejar de pensar en ello cuando los hombres de uniforme le preguntaban la misma cosa sin cesar. Trataba de hablar, pero su boca no articulaba, su garganta estaba muda y reseca. Su voz se había quemado junto con el resto del pasado.

Manolito es un buen chico. Vive en un psiquiátrico desde que el abuelo y la abuela se echaran en manos de Dios.

[Inspirado, por supuesto, en la vida y obra del inefable Ed Gein. Cuantos han comido y comerán a costa de este pobre, ¿eh? Y eso que le odian, le compadecen, les asquea].