Queridos Galateos:
Me lo acabo de zampar. Del tirón.
El Hermano Biedma, que lleva una racha impresionante, nos ha puesto en la calle -por fin, pues mira que se ha hecho desear el invento- esta gloriosa novela gráfica con la que los afines a la causa podemos disfrutar del momento Riven que deseábamos gozar desde los días de "El manuscrito de Dios". Aleluyas y enhorabuenas vayan por delante.
Por supuesto, tal y como era de esperar, Biedma nos da otra vuelta de tuerca en ese descenso a las profundidades del proceloso y oscuro mar del realismo alucinatorio tan suyo -y tan nuestro- por el que empezó a sumergirse con "El efecto Transilvania". Ergo no hay decepción posible y, de paso, se nos colocan unas cuantas piezas más en el mosaico de este singular, extraño y surreal personaje que es el tal Riven. Pocas, lo cual me lleva a preguntarme si habrá saga o simplemente nos habremos de conformar con los misterios... Porque, claro está, entenderéis que no os puedo avanzar ni una coma del endiablado argumento sin influenciaros y tendréis -os insto, os obligo- que leerlo vosotros mismos.
El tiempo y Biedma dirán si el asunto tiene continuidad (lamentablemente, también las ventas tendrán algo que decir en todo esto, por lo que es deseable que sean buenas). Yo, si vale de algo, voto por la continuidad y espero que la gente de Ediciones B también, porque la cosa tiene un aire realmente prometedor. O al menos diferente, y no es poco en los tiempos que nos han tocado en suerte. Es verdad: se trata de un cómic arriesgado, de lectura compleja, muy adulto, sólido y con escasas concesiones a la galería. Del que se hace poquito.
La presentación del tomo es muy maja, en tapa dura, 62 páginas de papel cuché del bueno buenísimo y el lado artístico -vaya por delante que no está ni mucho menos al nivel de la historia, pero es que la calidad literaria de la cosa es mucha y muy pocos dibujantes hubieran sabido resistir el oleaje- es competente y cumplidor. Funciona bien. Yo, por mi parte, puse una paginilla de prólogo a la juerga que, por supuesto, podéis pasar de leer porque no merece la pena perder ni un segundo en ello y es poco más que un favor que el gran Biedma me concedió al ser un pelmazo que vio esto nacer, crecer y germinar. Es la verdad, querido, pues con tu petición el único que ganó algo fui yo. No me rechistes. Al fin y al cabo, Hermano, siempre quise aparecer en un cómic y tuve que conocerte a tí para que ello fuera posible.
¿El precio? Mira que sois prosáicos... En fin: 17 euritos tienen la culpa (me parece, lo digo con total sinceridad, un precio ajustado y en la media de lo que viene costando un album de estas características). Y creedme si os digo que merece la pena el desembolso... Alguno pensará que yo no puedo decir otra cosa al respecto, pero se confunde. Podría mentir, pero no es lo mío. Insisto: si os perdéis este Biedma en estado puro, os vais a arrepentir. Miradlo así: lo que os váis a ahorrar no yendo a ver el último fiasco 007 (lea usted más abajo) lo podéis invertir en las andanzas del gran Riven. Este antihéroe maravilloso, sucio, y algo cabrón que, os lo aseguro, os dará mucho en qué pensar.
De obligado cumplimiento. De un sólo trago.