Comienzo este post, como no podía ser de otro modo, felicitando a nuestro director de cine favorito y Galateo de pro, Mr. Cámara, por su reciente paternidad, por la que me siento muy satisfecho, feliz y contento. Supongo que él, con otra boca más que alimentar, menos horas de sueño y teniendo que echar más horas de rodaje para sacar adelante a la tropa creciente, se estará riendo bastante menos, pero así va esto Kaplan querido. Llévelo usted con resignación. Sólo un motivo de esperanza: en algún lugar del Foro ha nacido un futuro Galateo (si es que, amigo Cámara, tu señora y demás allegados te permiten educar al nene como es debido, esto es, en la más absoluta oscuridad... Suerte y salud).
Lo de la oscuridad me lleva, pues, a la segunda cosa de esta primera entrada del curso: el asunto Batman. A no pocos se les habrá pasado por alto el detalle de la inexistencia de imagen del nene de Mr. Cámara junto a las adjuntas, pero como no tengo ninguna y de momento el chiquillo no sabemos si acabará en héroe o en villano (esperemos que en lo segundo, que vivirá más y mejor), debo limitarme a lo que la web ofrece por ahí. Digo, de Batman, que en la última de Nolan es lo menos importante. Porque en la última de Nolan, que me ha gustado un huevo y parte del otro, es un secundario a la sombra de un más que superlativo Joker. El amigo Ledger -al que los geniecillos infernales tengan en la gloria- se ha comido a Bale, a Caine y a todo quisque -Batman incluido- para ofrecernos una peli de lo más adulto, de lo más oscuro, de lo más terrible y de lo más entretenida que se ha visto en el género heróico desde que a los hacedores de cómics les dio por meterse en esto del cine. Ya nada más salir, en el mismo arranque de la cinta, con ese atraco tan cojonudamente bien rodado, la cosa marcha maravillosamente y se convierte un crescendo glorioso de psicópatas que putean al Caballero Oscuro por todas partes sin tregua, sin cuartel, sin trampa y sin cartón. Mucho me sorprende que DC haya pasado por aquí, con tantas violencias físicas y psíquicas, sin decir ni pío. Algo está cambiando. MARVEL, espabila.
Christopher Nolan se toma muy en serio el universo Batman. Y se agradece. Lo agradecemos quienes estábamos más que hartos de las horteradas sesenteras, de las mariconadillas de Tim Burton (sorry Biedma, pero es que la sinceridad me mata) -tipo que ha hecho dos películas buenas y ciento una inaguantables culminando en esa cosa pestilente del Sweeney Todd- y de las patochadas carnavaleras del Joel Schumacher. Un Batman de verdad, en serio, adulto y sin componendas. Un Batman en el que los malos son malos de cojones y Mr. Wayne tiene que ser todo un cabroncete para meterlos en cintura. Gran peli que se convertirá en un clásico de culto y que va a ser recordada -creedme- durante muuuuuucho tiempo. Tres veces la he visto ya y no dejo de encontrarle matices, detalles y placeres.
Sólo una pega: el personaje de Harvey dos caras se presenta psicológicamente algo forzado y, argumentalmente, de manera torpe... Quizá los guionistas debieran haber dejado su aparición para posteriores entregas a fin de desarrollarlo adecuadamente. Con ese grandioso Joker había más que de sobra.
Lo cual nos conduce a la última peli que me he tragado casi en el mismo estreno. Un Galateo de primera no podía dejar de ser fan de Mike Mignola y su monstruito infernal, el amiguete Hellboy. Y esto me ha gustado menos.
Menos porque la segunda de Hellboy es menos el Hellboy de Mignola -el de la primera entrega- y más el Hellboy de Guillermo del Toro. A ver si nos entendemos. A mí el cine de este muchachote mejicano me gusta, pero lo que me gusta menos es que se le pongan párrafos al Quijote. Cuando don Guillermo hace sus cosas, pues bien está, pero cuando don Guillermo se pone a enmendar la plana a la creación de otros, pues no.
Visualmente la pelicula está muy bien, argumentalmente es entretenida y, además, se nota que ha habido pasta larga para el rodaje, lo cual ofrece un resultado final muy estético, muy fino, muy bien hecho y muy bien terminado. Para quien no haya leído nunca un cómic de Mignola, ni tenga ni zorra idea de quién es este chiquillo rojo, la cinta será muy buena cosa e incluso la andará recomendado a los amigos. Pero para los fans del cuernecillos serrados del papel cuché, es un completo escarnio.
Para empezar: Guillermo del Toro se ha empeñado en buscarle al personaje el lado humano y todo ese coñazo -que ni hace falta, ni interesa, ni nos importa un carajo- y nos lo amaricona. Convierte al buen machaca-demonios de Hellboy en una parodia de sí mismo que al final, pues ni humano, ni demonio, ni nada de nada. Y para terminar de joderla hasta nos lo quiere hacer padre. Guillermo, chico, te has pasado tres pueblos con la "humanización" que, bien mirada, no es más que infantilización. Un apunte: en toda la película no se escapa de la boca del niño rojo ni un simple y llano "mierda". Otro: No hay un sólo plano en el que se lleve a los labios el purito que le ponen en el bolsillo... Vamos, que no fuma cuando en los tebeos el diablillo es una auténtica chimenea. Esta visto que la corrección política hollywoodiense no respeta ni a los clásicos.
Si algo ha resultado siempre divertido en los cómics de Hellboy, además, es su punto de ironía. Esa gracia intrínseca del personaje que se ríe hasta de sí mismo y que acaba, en algún caso, incluso por tomarse a coña marinera su propio trabajo y a los tipejos con los que se parte la cara. Y, desde luego, lo que nunca han sido las historias de Hellboy son cuentos de hadas. Y esto es precisamente lo que nos cuenta el Ejercito Dorado: un cuento de hadas que recuerda lejanamente a "El Laberinto del Fauno" (con reyes, y con princesas y con goblins, cuestiones de honor y amor, y etc.), y si me apuras, a ese rollo fantasy pedorrón de los Narnias y otras parafilias por el estilo. Más: al final hasta termina en tragedia y en un extemporáneo enamoramiento del mismisimo Abe Sapiens (que en esta entrega es menos sapiens, menos pez y más tonto que nunca). Por supuesto, y para terminar de rematar la cosa, otra vez el jodido doblaje. Chicos, sigo sin poder explicarme porque cuando los actores de doblaje tienen que imitar acentos extranjeros (caso del profesor Krauss, personaje de la AIDP que se nos presenta en la película) son tan torpes, prosaicos y gilipuertas. Coño, ¿es que tanto cuesta poner a un alemán chamullando en español en lugar de poner a un español a imitar a un alemán que chamulla en español? Qué incoherencia.
Volviendo al hilo central y rematando la faena. Pues no del Toro. Tragedias, como que no. Eso, Eurípides. Hellboy es otro rollo y si Mignola te ha dado permiso para hacer esta babosez infantiloide con su maravilloso personaje es que le has vendido una enciclopedia de treinta tomos.
Y ya corto. Nenes, ha llegado septiembre, de modo que a escribir tocan... Ponedme a caldo si os luce, que para eso me dejado los cuernos -nunca mejor dicho- haciendo este post tan largo.