sábado, 25 de julio de 2009

Rockin’ the world

¡Hala!, un post políticamente incorrecto, controvertido y pendenciero, que ya tocaba.

En cuestión de gustos musicales, sólo hay una cosa que a los fanáticos de la guitarra nos guste más que el sonido templado y cálido de una six strings en manos de un buen guitarrista: el sonido de una guitarra en manos de una mujer guapa y virtuosa —en el sentido musical del concepto—. La justa y adecuada combinación entre belleza y técnica. Lo que los americanos, que son muy suyos para estas cosas, llaman Guitar chicks o Guitar babes. En ese oráculo de Delfos postmoderno que es el Youtube pueden encontrarse gratos ejemplos de ello. Algunos de ellos bastante sorprendentes —por lo bueno de su técnica, no por cuestiones de sexo—. Tan sólo hay que buscar un poco. Disfrutadlo.





lunes, 6 de julio de 2009

Lo insoportable, lo leve, y el ser


Es insoportable. Son insoportables. No hay quien lo aguante ni quien los soporte.
Me refiero al intelectualillo tabernario. Ese que piensa que todas sus ocurrencias son cojonudas por la simple razón de que son suyas, y que se pasa horas ensayándolas en privado para luego soltarlas en la pseudotertulia de bareto que montan él y otros cuatro como él.
Me refiero al listillo medio informado. El que eleva sus axiomas a rango de ley sin tener ni repajolera idea de lo que dice y cree -error- que su opinión importa mucho porque alguien le ha dado una columna en un periódico.
Me refiero al crítico rompe-pelotas. Ese que va más allá de su función elemental -establecer una crítica más o menos formada- y se desliza peligrosamente hacia los terrenos de la ofensa personal, del triturar esencialmente al otro por la sencilla y estúpida razón de que es crítico.
Me refiero al subvencionador oficial del reino cultural. Porque es una figura que nunca debió nacer y que, por lo general, dado que controla la alcancía, se siente en la obligación moral de establecer los adecuados parámetros de servilismo, servidumbre y clientelismo. Por supuesto, esto motiva que subvencione todo lo subvencionable -la calidad es lo de menos- con la única y exclusiva condición de que previamente se le haya hecho la pelota como es debido, con amor y fruición.
Me refiero a los que me cobran una tasa por comprar CD's vírgenes, ordenadores, impresoras, etcétera y luego, en el colmo del recochineo, quieren impedirme que los utilice para copiar los discos que ellos mismos producen a precios insoportables.
Me refiero al editor iletrado que, más allá de la calidad literaria de aquello que publica (y que suele leerse mal y entender peor), quiere vender libros como el que vende peras. Al peso. Y que encima -pobre torpe- cree que cuando se digna a publicarte algo te está haciendo un favor cuando él no sería capaz de escribir siete páginas decentes ni en diez siglos de mecánica ensayo-error. Sí. Ese editor/a que piensa que los libros existen por la simple y peregrina razón de que él existe.
Me refiero al inventor de modas. A ese/esa que decide -sin que nadie se lo pida- qué va a estar de moda el año próximo y qué no (igual da el ámbito de actuación), lo cual parece otorgarle el derecho -autoproclamado- de calificar de hortera a todo aquel no le sigue la corriente.
Me refiero a los programadores televisivos. Esos que deciden -por nuestro propio bien- qué es lo que sirve para alimentarnos el coco en su correspondiente franja horaria y luego eluden toda responsabilidad sobre sus errores argumentando que, al fin y al cabo, esa mierda es lo que la gente demanda ("la gente", esa masa sin rostro que nadie sabe quién es, pero alguien debe ser).
Me refiero a los fabricantes de éxitos literarios, musicales y cinematográficos: capaces de convertir en triunfal a cualquiera (a lo que sea) que se deje con la única -y nada banal- condición de que quiera dejarse.
Me refiero a los periodistas manipuladores y vendidos que no reconocerían una verdad aunque les mordiera el culo.
Me refiero a los políticos dedicados a exprimir el odio y la visceralidad del personal para ganar un voto con la única y digna condición de que nadie les exija que solucionen ni un sólo problema (ni responsabilidades sobre sus actos). Estos tampoco reconocerían una verdad aunque les patease la cabeza.
Me refiero a este mundo de abogados trepas y macarras.
Me refiero a los que pretenden -necios- que leyendo sus libros seremos capaces de superar cualquier problema emocional. Y a los que se lo creen.
Me refiero a los que están convencidos de que gastarse taitantos millones de euros en un futbolista es una buena inversión (y que a menudo están en el paro y nadie daría ni un céntimo por ellos).
Me refiero a los que te dan un trabajo mal pagado, cutre, con un contrato basura, y encima te exigen que les des las gracias. Y a los que te pegan una patada en el trasero tras diez o quince años laborando como un campeón, con una indemnización de mierda, y encima claman a voz en cuello por una reforma del mercado laboral.
Me refiero a los gestores de la moral ajena.
Me refiero a los meapilas y a los doctrinarios que tratan de imponer su criterio a todo quisque.
Me refiero a los guarros que no recogen la mierda de su mierda de perro cuando caga en la vía pública.
En fin...
Me refiero a todos los que aceptamos vivir en esta parodia y no hacemos otra cosa que patalear y entrar al juego.
Qué insoportable, qué levedad, qué ser.

P.D. Si. Tengo el día negro.

miércoles, 1 de julio de 2009

NO HAY COLOR

A riesgo de parecer pesado, excesivamente reiterativo, plomo, peñazo, lo que se quiera decir...no puedo sustraerme una vez más a realizar otra odiosa comparación entre las vomitivas series para adolescentes que se producen en nuestro país y los excelentes trabajos que nos llegan desde el otro lado del charo. Paco Taibo dice que esta serie es la mejor de los últimos tiempos y no le falta razón. Ambientada en Baltimore, cada temporada está dedicada a describirnos los peores trapicheos de diferentes ambientes, desde las casas baratas, el puerto, el mundo escolar, la prensa o el mundo de la política, The Wire es un desgarrador documento de esa América que a veces se asoma a las series y a las películas y que coloca el listón muy pero que muy alto.
Estos chicos de la HBO nos dan sopas con onda, hermanos, desde el guión, la localización de los exteriores, los actores....¡qué actores!
Quizá los niñatos que por aquí se asoman a la caja tonta deberían de aprender de la interpretación de estos monstruos. Y ojo, hay individuos tomados de las calles que se interpretan a sí mismos. Geniales los maderos, los pequeños trapichas, Bubs el colgado, en fin....una serie que, como la buena literatura es de personajes, de buenos personajes.
Seguimos a años luz de esta gente.
Absolutamente recomendable.